martes, 21 de enero de 2014

La increible historia de Guacorejo y Salmorales...y de la banda del pequeño Timmy Frijol.

A la tierna edad de 8 años, Guacorejo se encontraba jugando con su piñata con forma de ocelote en Veracruz, cuando se encontró con el siempre abyecto Salmorales. En ese mismito momento, el joven Guacorejo recordó que su futuro compadre le debía 13 pesos. Eso hizo que se enojara y lo retara a un duelo de revólveres al amanecer. Habiéndose dado cita, ambos se retiraron a cenar tortitas de maíz y descansar.

LLegó al fin el amanecer. Allí se miraron a los ojos, con las manos dispuestas a empuñar sus mortales revólveres. Pensamientos de todo tipo pasaban por sus mentes. Guacorejo recordaba aquellas apacibles tardes por el Distrito Federal, mientras que Salmorales evocaba los nachos tan deliciosos que siempre cocinaba su madrecita linda en los cumpleaños.

Pupila frente a pupila, ambos vislumbraron un brillo especial en los ojos de su oponente...los mejores corridos embriagaban el ambiente desde una vieja cantina cercana...el momento final estaba cerca, y ese brillo en los ojos del oponente los tenía a ambos intrigados...¿que podía hacer que los ojos de alguien a quién estás dispuesto a dar el acabose te atrajeran de manera tan sobrenatural? Ambos habían visto cosas bellas antes...mexicanos durmiendo de la manera mas chida bajo sus inmensos sombreros....disparando al aire con sus oxidados revólveres...amañando partidas de cartas que acababan en majestuosas trifulcas...pero no era nada de eso....ese brillo reflejaba la tradición ácrata que ambos defendían.

Se hicieron entonces dos de los mejores compadres que nunca antes se vieron por Chiguagua, Tijuana, o Ciudad Juarez...Tampoco por Ciudad de México, Oaxaca ni Chiapas...ni que decir que los ojos de ningún mexicano vio nada así por Punta Cana, Aguas Calientes, o Tegucigalpa...Tal vez sí había buenos compadres por Guadalajara, pero es algo que no está comprobado.

Habiéndose hecho entonces grandes compadres como ya dijimos, se dedicaron a difundir el anarquismo con canciones que bailaban todos y cada uno de los jubilados que asistían a las posadas y cantinas en las que hacían sus tocatas.

Un día que ambos acudieron a los Carnavales de Veracruz y Mazatlán, descubrieron uno de los mejores conjuntos de sangre frijoleña (del pueblo de Frijol). Allí estaba la banda del pequeño Timmy Frijol amenizando la velada. Cuando la banda retó a los asistentes a subir a cantar, amenazando con duelos de revólveres al amanecer de no ser así, tanto Guacorejo como Salmorales vieron una señal enviada por la mismita virgen de la Santa Muerte, y subieron sin dudarlo a cantar sus mejores sonatas libertarias. Desde entonces, no se ve por separado a Guacorejo, Salmorales y la banda del pequeño Timmy Frijol.

Y dicen por ahí que están rechidos...

¡¡Y que viva la anarquía cabrones!!